Acuarela sobre papel, 14x15 cm.
martes, 31 de diciembre de 2013
lunes, 23 de diciembre de 2013
Misterios
El primer sol de mañana nos permite seguir
con la mirada cada barranco, cada pueblo, cada montaña y playa de la isla, al
otro lado del océano. Nos acompaña una suave brisa y, sobre la montaña, en el
centro de la isla, las nubes van formando circunferencias alrededor de su pico.
Todo está verde y repleto de flores. La hierba invade los caminos y hasta por
el asfalto pretende avanzar. Verdes, rojos, amarillos, violetas, blancos,
naranjas, todo en medio de una fina hierba de medio metro de alto que se
extiende por todo el espacio sembrándolo de un pausado movimiento al dejarse
llevar por la brisa de la mañana. Como olas, toda la superficie se dinamiza,
salvo la tierra roja que queda al descubierto y las rocas que trepan por las
laderas.
Cada aro formado sobre la montaña es, algo
más tarde, abandonado a su derecha, como la permanente imagen de un pasado
reciente, dando paso a otro nuevo. Una fina niebla interrumpe, por un momento,
la visión, pero la montaña continuará siendo una inmóvil y paciente modelo en
manos de la caprichosa e inquietante naturaleza. Cada instante, una nueva
sorpresa y, con cada sorpresa, la seguridad de contemplar una imagen única y
difícilmente repetible. La firme y majestuosa presencia de su silueta sobre la
que se construyen miles de caprichosas formas arrastradas por una fuerza
natural que ha querido situar aquí su actividad y mostrarnos su mágico influjo.
Hoy todos hemos mirado al cielo y desde el
primer vistazo éste nos ha sorprendido y cautivado. Allí se hacia visible uno
de los innumerables misterios de la naturaleza, y, tal vez con él, alguno de
sus secretos inconfesables. Pero la naturaleza es sabia y pone a buen recaudo
sus aconteceres colocando un vendaval de nubes enloquecidas entre nuestra
mirada y el centro de los acontecimientos. A intervalos la imagen del fondo se
muestra por instantes para acrecentar nuestra intriga y desesperación y ocultar
las misteriosas formaciones que desde siempre han sido interrogantes de la
humanidad.
Mayo 1996
2013. Acuarela sobre papel, 16x17cm.
jueves, 28 de noviembre de 2013
Abandono
Hace unos siete años, y gracias a una
excursión, estuvo uno en este casi abandonado lugar, aunque, por entonces, unos
jóvenes se habían asentado aquí y cultivaban algunas huertas y otras casas eran
temporalmente utilizadas por sus propietarios que durante la mayor parte del
año vivían en lugares más céntricos. Sin embargo, ahora parece un pueblo
fantasma. Las puertas y ventanas de todas las casas están rotas o medio
destruidas y buena parte de sus techos comienzan a caerse. Habitaciones vacías
y paredes manchadas por la humedad, restos de pintura y nombres y más nombres
escritos por todos lados fruto de esa extraña manía del ser humano de ir
dejando su huella y firma por donde quiera que pase. Cuatro paredes y un
ventanuco o una puerta. Paredes y huellas de un estante y un horno. Sólo
paredes y algunos restos esparcidos por el suelo, zapatos viejos y alguna lata.
Habitaciones solitarias, vacías y ausentes. Habitaciones impersonales y
deprimentes en las que apenas se puede estar más de un par de minutos. Visto el
pueblo desde lo alto de la montaña con las casas con todos sus huecos abiertos
a la intemperie, da la sensación de contemplar un lugar de otro mundo, huellas
de una forma de vida desaparecida. Desde el interior de cualquiera de sus casas
tiene uno la sensación de que del pueblo todos sus habitantes salieron al mismo
tiempo alertados por algún trágico acontecer. Todas parecen haber sido
abandonadas en la misma época, incluso en el mismo día. Abandonadas
completamente, llevándose consigo cada cual todo aquello que narraba su
historia en el lugar, como queriendo borrar completamente las huellas de una
vida.
En estas habitaciones es imposible
imaginarse uno los retratos de sus dueños. Nadie ha querido dar pie a
interpretaciones tal vez erróneas. Y el pueblo permanece ahí, parado en el
tiempo y haciendo referencia a un pasado indeterminado, imposible de definir.
Tal vez hace años, décadas, o tal vez sólo días que sucedió lo inevitable. Nunca
había estado uno en un lugar como este no sólo abandonado sino despojado. Sólo
queda el escenario, pero sin elementos decorativos, sin mobiliario, sin saber
qué obra se va a representar. Sólo el lugar aunque desmoronándose rápidamente.
Tal vez dentro de otros siete años todos estos techos estarán en el suelo y
siete años más para la nada. Una nada que en realidad se nos hace ya presente
porque de nada nos hablan estas abandonadas construcciones.
Fuera, andando por sus caminos, todo cambia.
El paisaje es amable y envolvente. Discurre lentamente con líneas suaves y
redondeadas y al fondo, sobre la ondulante línea de las montañas, el pico más
alto de la isla y al que, desde aquí, parece que se pudiera llegar sin apenas
esfuerzo. Otra desconcertante apariencia.
Mayo 1996
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