Fachadas
En ocasiones las fachadas de los pueblos
nada tienen que ver con lo que uno se puede encontrar si se adentra en ellos.
Se trata de crear buena impresión al visitante y a sabiendas de que la mayoría
de éstos no pasan de su calle principal, el resto permanece en el descuido.
A veces, como en este caso, la calle
principal es a su vez la carretera general que cruza el pueblo, con abundante
arboleda, flores y farolas que por la noche mantienen nítido el camino.
Comienza uno a andar por un antiguo camino, seguramente el
único que parte casi de la carretera general. De pronto el terreno se
transforma en una pista que se abre en varios intentos de continuidad y que han
supuesto, al parecer, otros tantos arrepentimientos, como quien ensaya sobre el
terreno, sin proyecto previo.
Todo inutilizado, sin salidas ni entradas,
sólo destrucción de los hermosos senderos que cruzaban la llanura. Y al fondo de
esta pista principal invadida por las hierbas, torres de luz y gruesos cables
tirados por todos lados, una zona adoquinada en el centro de un llano y un
edificio abandonado frente a un montón de chatarra en el que destaca una
estructura metálica que se mantiene en pie en cuatro malavenidas patas. Un auténtico
caos. Da la sensación de que hace algún tiempo pretendieron arrasar el pueblo
con el objetivo de levantar otro nuevo de la nada, pero que dichos planes,
seguramente por falta de presupuesto, se torcieron, y allí, como siempre suele
suceder, quedaron los restos a la espera de una reactivación económica.
Buena parte de la construcción del pueblo
refleja una falta de planificación urbanística total. A partir de la carretera
general, a la izquierda descendiendo, sólo dos entradas tienen salida, el resto
son calles que concluyen en garajes o puertas de casas particulares. Uno entra
por ellas y apenas a los cincuenta pasos tiene que retroceder.
Del interior del templo sale el sonido
placentero de una música que nos acompaña desde las nueve de la mañana,
mientras la chiquillada del pueblo comienza
a pulular por los alrededores. Un coche anuncia que vende caballas
grandes, fulas, morenas y petos.
Abril 1996
2014. Acuarela sobre papel, 16x17cm.
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